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ells, aquellas virtuts mateixes. «Riure amb els que riuen i plorar amb els que ploren», diu TA- postol; i també diu: «la caritat és pacient, benigna, generosa, prudent, condescendent.»
Diu «El ejercicio de las virtudes» (Que- vedo — Ed. Ambos Mundos) página 9:
«El rey de las abejas no se sienta en los cam
pos si no está rodeado de todo su pequeño pueblo. Así la caridad no entra jamás en un corazón que no aloje consigo todo el acompañamiento de las otras virtudes, ejercitándolas y poniéndolas en obra, como hace un capitán a sus soldados; pero no las ejercita todas de una vez ni igualmente, ni en todos tiempos ni en todos lugares. El justo es como el árbol que está plantado sobre la corriente de las aguas, el cual da su fruto a su tiempo, por cuanto la caridad, regando un alma, produce en ella las obras virtuosas, cada una en su razón. La música (aunque en sí tan agradable) es importuna y enfadosa en un luto o entierro, dice el prover bio. Es una gran falta en muchos, que aplicándose al ejercicio de alguna virtud particular, porfían en cualquier tiempo y ocasión que las acciones no salgan nada de aquello que desean, como aquellos antiguos filósofos, que siempre lloraban o siempre reían; y aun hacen peor cuando menosprecian y censuran a los que como ellos no ejercitan siempre estas mismas virtudes. «Es menester alegrarse con los alegres y llorar con los que lloran (dice el Apóstol), y la caridad es paciente, benigna, liberal, prudente y condescente.»
Diu «Cortesía Cristiana», página 107, referent a quan podem dansar i jugar:
«Per jugar i dansar lícitament, cal que sigui
per recreació i no per afecció; per poc temps i no fins a la fatiga i a l'aplanament; i que sigui poques
vegades; puix qui ho fa ordináriament canviará l'esplai en ocupació. Pero en quines ocasions po- drem jugar i dansar? Les justes avinenteses de la dansa i del joc indiferent sovintegen més; les deis jocs prohibits són més rares, com també
aquests jocs són més reprovables i perillosos. Etc.»
«Diu «El ejercicio de las virtudes», página 84:
«Para jugar y danzar lícitamente es menester
que sea por recreación, y no por afición, por poco tiempo, y no hasta cansarse y desvanecerse, y que esto sea raramente, porque siendo esto de
ordinario, ya es hacer de la recreación ocupación.
¿En qué ocasiones, pues, se puede jugar y danzar? Las justas ocasiones de la danza y del juego
indiferente son más frecuentes; las de los juegos
prohibidos son más raras, como también tales
juegos son mucho más reprehensibles y peligro sos. Etc.»
Diu «Cortesía Cristiana», página 47:
«La castedat és el Iliri de les virtuts, i fa els homes gairebé iguals ais ángels. No hi ha res de bell sinó és per la puresa, i la puresa deis humans és la castedat. Etc.»
Diu «El ejercicio de las virtudes», pá gina 17:
«La castidad es la flor de las virtudes: esta hace a los hombres casi iguales a los ángeles; nada es hermoso no acompañado de la limpieza, y la limpieza de los hombres es la castidad. Etc.»
Pels fragments que deixem transcrits, haurá pogut veure, el lector, que el llibre del célebre escriptor castellá no sembla altra cosa sinó una tradúcelo del de Sant Francesc
de Sales, el qua! hem ilegit en el seu origi nal francés (Biblioteca Nelson) tota vegada
que la tradúcelo de J. M. Capdevila no és més que una part fragmentária del mateix.
Ara bé: el manual de l'Editorial Ambos Mun dos i el de la Col'lecció Popular Barcino, no
sempre ofereixen un mateix text seguit; cal anar confrontant els paragraís de l'un llibre
amb l'altre saltats, i hom no podrá per menys de constatar la veracitat de les nostres mani- festacions. Si, en efecte, el llibre de Queve- do és una tradúcelo salesiana, perqué l'editor fa constar en el próleg de «El ejercicio de las virtudes» que és un inieresantísimo ca pítulo de sus obras serías?
Juliol de 1926.
Fidel S. RIU DALMAU
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